domingo, 20 de abril de 2014

Gabriel García Márquez, descanse en Paz

A Gabriel García Márquez sus amigos le recuerdan como un hombre generoso y leal al que la fama nunca separó de sus allegados y que mantuvo siempre un vínculo profundo con su origen caribeño, fuente de inspiración para su obra.


"Ni él cambió con los amigos en función de la fama ni los amigos cambiamos con él", dijo a Efe el escritor, periodista y diplomático colombiano Plinio Apuleyo Mendoza sobre su amistad con el premio nobel, que se remonta a 1947, cuando se conocieron en un café del centro de Bogotá.
García Márquez era entonces un joven bastante bohemio recién llegado a la capital colombiana, "uno de los tantos estudiantes que vienen de la costa Caribe", según lo describe Mendoza en "Aquellos tiempos con Gabo", una de sus obras sobre su relación con el escritor.
Para entonces, el joven nacido en Aracataca en 1927 ya cortejaba a la que sería su compañera de toda la vida y madre de sus dos hijos: Mercedes Barcha Pardo, una muchacha de ascendencia egipcia y oriunda de Magangué, a la que conoció en un baile en Sucre, durante unas vacaciones en las que fue a visitar a sus padres.
Los amigos de Gabo siempre fueron los mismos y, según Mendoza, ese vínculo que superó la distancia y vicisitudes sólo empezó a debilitarse en los últimos años debido a los quebrantos de salud del autor de "Cien años de soledad", en especial a los problemas de memoria.
"Los primeros lectores de sus obras éramos cinco o seis amigos colombianos que leíamos sus manuscritos", recuerda sobre esa amistad que se solidificó en París donde ambos coincidieron años después y que continuó en Caracas, La Habana y Bogotá dedicados al ejercicio del periodismo.


Mendoza es de los pocos amigos que le sobrevive en Colombia pues de los célebres integrantes del Grupo de Barranquilla, que en los años cuarenta y cincuenta marcó la historia literaria del país y del que García Márquez formó parte con intelectuales como Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas, Ramón Vinyes "el sabio catalán", Alfonso Fuenmayor y Alejandro Obregón, entre otros, todos fallecieron.
En esos años la bohemia fue una característica de Gabo que trasnochaba en tertulias literarias al calor del ron blanco y acompañado de sus inseparables cigarrillos, hasta que dejó ese hábito, por allá en los años setenta en Barcelona y pasó a ser "un fumador retirado", como se definió.
En esas veladas había espacio también para otros temas, como los éxitos de la orquesta cubana La Sonora Matancera, que vivía su época dorada, o la habilidad del futbolista Alfredo Di Stéfano, estrella del momento en el club bogotano Millonarios, según diversos testimonios.

De la generosidad del escritor con sus amigos también da fe Mendoza, quien está convencido de que García Márquez intervino muchas veces, sin contárselo a nadie, para salvar la vida de algunos que corrían peligro por la violencia desbordada de los años noventa en Colombia, entre ellos él mismo.

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